María Salome Loredo y Otaola de Subiza, nació en San Julián de Musques, Vizcaya, España, el 22 de Octubre de l854. Emigró a la República Argentina, a los catorce años de edad, y sufrió después enfermedades declaradas incurables, por lo que desahuciada por la ciencia, abrazó la fé en Dios, consiguiendo sanarse de sus males.
Contaba entonces, alrededor de 37 años de edad, cuando sintió, un irresistible afán de emprender su famosa Misión Regeneradora, conocida en el mundo entero como Misión Cristiana de Dios por la Madre María sosteniendo que "La verdadera grandeza en el Universo, es la Fe en Dios y la Regeneración de la Humanidad."
Mostrando su propio ejemplo de fe, decía a sus primeros adeptos:
-¿Queréis que haga a vosotros, lo que fue bueno para mí?-
Su Obra - Treinta y cinco años de martirio, llevados con resignación, por amor a sus hijos espirituales - fue Escuela de Regeneración, de Fé y de confianza en Dios, enseñando con su ejemplo, la Humildad, el Perdón, y la Caridad.
Hizo comprender la existencia de Dios, el camino verdadero para acercársele y poder llegar a EL, y que no morimos, queriendo significar que en la realidad, lo que se produce es la purificación espiritual, es decir, la Regeneración humana. Sostuvo con profundo sentir filosófico, la existencia de las reencarnaciones del espíritu, para el logro de la pureza.
Puede resumirse su preciosa vida de bien, diciendo que fue virtualmente la continuadora de la Obra de Jesús, sufriendo la cruz moral de la incomprensión, la persecución, la ingratitud y la ignorancia, y muchas veces, su dulce nombre fue usado por mistificadoras, curanderas y manosantas.
De si misma, dijo... que sólo era una Hija obediente de Dios, cuya voluntad es la que debe cumplirse en la vida humana, siendo la tierra el taller de la perfección espiritual.
Dejó su cuerpo en la tierra el 2 de octubre de 1928.
|